Toca despedirme, y eso que alguien me dijo una vez, que las casas, son sólo casas, pero es que los recuerdos que tienes dentro de tus paredes, son muchos. Y es que eres mi casa, la de Almu, la de Javi y la de todos los que han dormido en ese sofá cama y escrito algo en la pared de la cocina.
No sé cuantas personas se han golpeado en tu techo abuhardillado y en las vigas de los cuartos, ni cuantas mañanas he desayunado de pie, con el café caliente en la mano, mirando los tejados de Madrid.
Las fiestas improvisadas y las que no, donde algunos se dieron besos a escondidas en la cocina y otros maquinaban una salida al tejado.
Tengo la imagen de David poniendo la estantería roja y la barra del armario, la de Lunita diciéndome a las 12 de la noche "Que no Anabel, que hasta que no termine de montarte esta mesa no me voy", a Basi subiendo los 5 pisos con la alfombra y Paco montándome los estores (benditos estores que me permitieron volver a dormir).
Recuerdo la primera vez que las niñas herrera subieron a casa asfixiadas (os advertí que era un quinto sin ascensor!) y las visitas de sorpresa, porque "pasaba por aquí".
A Goyo y Almu cocinando para Jorge y para mi.
Las peleas con la maldita fontanería del baño y el frío que hace siempre, pero que acabas queriendo metida entre mantas. Aquella mini plaga que erradicó Javi aprovechando que me iba de fin de semana y Pandora saltando por las vigas.
Las innumerables botellas de vino, cerveza y ron en buena compañía, a Neni y Cris diciendo "jo, yo quiero vivir aquí" y al equipo de Mediasi trabajando duramente...
El sonido de la lluvia en el tejado que tanta paz me daba y las noches sin dormir en verano, en las que o aguantabas el ruido, o te bajabas tú también de fiesta.
La alegría infinita cuando por fin pusieron ascensor y la indignación cada vez que no funcionaba.
Tener 4 lineas de metro que poder coger y aun así, caminar la mayoría de las veces.
Elegir por Espíritu Santo entre tantos sitios donde poder comprar comida preparada y tardar 5 minutos en volver a casa después de salir de fiesta.
Las llamadas al telefonillo a las 5 de la madrugada. El mirador de Conde Duque y el café de La Palma.
Las últimas semanas en casa sonando la guitarra y haciendo mucho menos frío.
La buhardilla, Malasaña, hasta siempre, hasta pronto.
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