A veces me recorre un escalofrío
si apareces sin motivo y a deshoras,
y me pides que te lleve a ese destino
donde hay un rincón que es sólo mío.
Luego, me acuerdo de los sollozos
de otros temblores pasajeros,
de historias que llamé obras de arte,
que al final, se quedaron en esbozos.
Entonces, las mariposas vuelan al miedo,
te escribo los mensajes con excusas,
y me follo esa noche algún recuerdo,
y te digo que no esto lo que quiero.
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