Viajero de eterno partir,
con abandono y sin retorno,
ensombreciste Madrid
trayendo de golpe el otoño
Intenté hacértelo fácil,
cargué tu peso a mi espalda,
está claro, no fui hábil
y nunca más volvió la calma.
Para que llegue noviembre,
(que esta vez cojo yo el vuelo),
por no sentirte en el vientre
y no desordenes mi sueño.
Por el derecho al olvido,
por desterrarte a mi armario,
con los asuntos perdidos
y mi amigo imaginario.
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