Sólo había sido una caída, un poco preocupante para su edad, pero no grave.
Tenía un pelo blanco que su nieta adoraba y unos pequeños ojos azules casi transparentes.
Tumbada en la cama del hospital cogió la mano de su hijo mayor:
- Hijo, yo sólo quiero irme con tu padre. Trece años son demasiados sin él.
Y se marchó.
Yo no sé si eso es morirse de amor, pero al menos, se le parece.
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