No sé si es porque ya he guardado la maleta después de cinco semanas moviéndome y porque sigo esperando fecha y destino para el próximo viaje.
No sé si es porque como me importa un carajo que nos den las olimpiadas, la televisión me aburre profundamente.
No sé si es porque como siempre, he vuelto a hacer cena para dos, cuando como siempre, ceno yo sola en casa.
No sé si es porque al encender el móvil después de una semana, me ha dado una bofetada la realidad porque sigues en silencio y he tenido una mezcla de alivio y pesar que no sé cómo gestionar.
No sé si es mi cabezonería de meterme en historias imposibles.
No sé si es ese amor que vi en el aeropuerto entre esa muchacha española y un musulmán que pienso que si ellos pueden...que si ellos pueden es porque ambos quieren y punto.
No sé si por todo eso me viene a la tripa tu mirada de la última noche que viniste a hurtadillas a mi casa y mi decisión de que no hubiera más.
Y entonces, me acuerdo de ese avión que despegó sin mi hace cuatro años, de él que la eligió a ella, de esos ojos azules que tanto lloraban en mi pecho ese febrero, de esas llamadas de madrugada que ya no cojo y me regocijo en que esta vez he sido yo la primera en salir corriendo.
Pero no sé de que me sirve.
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