Aquí estoy, en el fin del mundo, donde tantas veces le dije que también le querría. Pensando que tengo que dejar de coger aviones cada vez que se me descosen las costuras, que el dolor cada vez me sale más caro.
Pero el hecho es que me encontré caminando, caminando cuando sentí, que algo dentro de mi se cerraba, algo que seguía roto cuando despegué hacia Santiago.
Sonreí recordando como justo al aterrizar sonó en el avión "Lucha de Gigantes", y ya no lo asocié con su voz ni sus dedos en las cuerdas. Y seguí subiendo por las rocas hasta llegar a ese lugar, donde tuve paz por primera vez en tantos meses, y pensé, que en el fin del mundo también le quería, pero ya no dolía.
Tu fin del mundo y el mío son tan diferentes, que teníamos que tomar direcciones opuestas.
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