viernes, 22 de noviembre de 2013

Me llora la nostalgia de tus manos,
y un verano que empezó mal planteado,
embaucada en tus ojos tan profundos,
en las ganas de cruzar contigo el charco.
Me alejé de mi sueño tan sereno,
(algo raro para ser entre otros brazos),
de tu Dios, que no quiero, ni comprendo,
y en las hojas de un otoño sin futuro,
escondí las ilusiones de tus labios.
Entre acordes me llegaron las caricias
de unas flores de la otra primavera,
y sonrío recordando las palabras,
tan sutiles, tan calladas, tan eternas.
Desafío a este invierno entre las mantas,
con amigas que me arreglen las costuras,
a cumplir un par de sueños que me faltan
y a sentir que soy más mía que tuya.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Poquito a poco me encuentro, me siento, me noto y me reconozco.
Sé que no puedo pretender volver. No quiero volver. Sólo explorar esta seminueva "yo", que a veces me gusta y otras no, pero nos iremos conociendo.
Entiendo los tiempos, los "adiós", y agradezco una despedida en un tren con un "cuídate, esperaré un billete de avión cuando te hagas rico", y un "eres demasiado buena", que es más bonito que un silencio que no comprendía. (Melibea por un segundo, que se queda sonriendo en el vagón). Y ese abrazo me da fuerzas para querer cerrar otra historia que ya no me desvela, pero a veces, aún me duele. 
Las horas vuelven a durar sesenta minutos, han dejado de ser eternas, y me sorprendo sonriendo por la calle porque me ha llegado un sobre con chucherías, o un beso enorme (que si no, no llegan) de personas que están a miles de kilómetros de Madrid.
Y respondo con total sinceridad a la pregunta "¿A quién echas de menos hoy?", "sólo a los que quieren estar y no han podido", porque no todo al que has querido alguna vez te sigue queriendo a ti, aunque no haya motivos, y eso, también lo he entendido.
Y esperemos que cada día, nuestras listas de promesas a olvidar sean más cortas.
Y vuelvo a soñar despierta, y dormida, también.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

De los amantes en general, y de ti en particular.

Y hoy que te tengo en mi espalda,
y me acaricias de dudas
y me recuerdas de nuevo
lo que significa "nunca".
Me resbalan por las piernas
esos planes que no hicimos,
y el sudor de tu conciencia,
me lo guardo como alijo.
La verdad que me he cansado
de compartir otras pieles,
de conocerme otros miedos
que se quede en "borradores".
Me he acostumbrado a esta forma
de querernos sólo a ratos,
ni siquiera me hace falta
que despiertes a mi lado.