Haces planes, y planes y planes, porque en los días vacíos,
te hundes y no eres capaz de nadar a ningún sitio que no sean
tus pensamientos, y no quieres estar ahí.
Calculas todo el tiempo que has dado a personas para las
que ya no eres una prioridad, como si aquel salvavidas que les
lanzaste, tuviera fecha de caducidad y no pudiera regresar a ti.
Recuerdas lo divertido que era estar perdida a los veintitantos
y en lo frustrante que es ahora, cuando parece que todo el mundo
colocó en buena posición su brújula y no hay agujas que te señalen.
y en lo frustrante que es ahora, cuando parece que todo el mundo
colocó en buena posición su brújula y no hay agujas que te señalen.
Te encanta estar y saber que puedes estar sola, pero eso no te
ha consolado todo el miedo que has pasado y lo largas que
han sido las noches de enero.
Y piensas en todas esas decisiones que tomaste, en el avión que
despegó contigo y en el otro que lo hizo sin ti, y no sabes
si lo hiciste bien porque nada está como quieres que esté.
Tú al menos no, y no sabes dónde buscarte.