viernes, 26 de diciembre de 2014

2014

Facturamos en...
Granada, Berlín, Cerezo de Abajo (Segovia), Málaga, Nueva York, Quijorna, Denia, Peñíscola, Chile.

Hicimos cola para....
Ilustres Ignorantes, Riviera 11M, Ara Malikyan, La Evolución, Pilu Velver, La Mocha, Tributo a Platero y Marea, Marwan, Rafa Pons, Festival Ñ, Doble Acto, Chaouen.

Se quedará en el recuerdo...
La mudanza en medio de una manifestación y diluviando. Un pequeño incendio en Granada y las noches de playa y luna. El nacimiento de Lucía. Celebrar la décima con Marta. La cervecita a toda prisa con Jony en Nueva York. Una de Vistillas improvisadas con Ivan. No aguantar las lágrimas que se cayeron por Tirso, (y esto no lo puedo olvidar por las personas que las secaron). La rapidez con la que Cris se cruzó Madrid para consolarme. Que MediaSi cada vez sea más una realidad. Soñar durante un rato una tercera y saber que si que Podemos. Las noches infinitas juntando a amigas diferentes y lo bien que se lo pasan juntas. Los domingos de "novios" con David. La primera noche después de nacer Daniel, en la que Anita salió de fiesta y reímos todas juntas hasta llorar. Que me publicaran un poema en una antología y que Mary se la comprara. Los reencuentros en Chile con Almu, Nacho, Bea, y conmigo misma. Conseguir ir a la Patagonia antes de los 30, dejando aquella lista que hice 5 años atrás completa y conocer allí a Erich y Carolina. Los aperitivos que acaban a las 2 de la mañana un domingo. La ilusión de Bárbara empujándome a volver a creer en las escenas de película. Que Carmen me llame brava y eso me ayude a mantenerme fuerte. Los abrazos de los exiliados que vuelven a casa por Navidad y echar muchísimo de menos a los que no pueden hacerlo. Aroa, Matías, Bea, Rober y padres, que a pesar de seguir siendo tan diferentes, lo somos todos juntos.
Y los malos, no los escribo, por si acaso no se puedan borrar.

Me acompañaron...
Algunos que están lejísimos pero que a golpe de skype, whatsapp o mail, aparecéis tomando un café en mi casa.
Las personas que la próxima vuelta al sol ya no estarán, pero fueron fundamentales para lo que fue este año y para lo que soy yo ahora.
Los que habéis compartido esos lugares y momentos conmigo, dándole un sentido a los instantes.

Y PARA 2015...
Quizás encuentre una casa a la que llamar hogar. Seguiré rezando a Darwin para que la familia aumente. Llegará al mundo otra "cordero" medio extremeña, medio italiana. Seguiremos planeando los viajes a Londres, Buenos Aires, Estambul, Malta, una undécima en Berlín y un regreso a Amsterdam y Conil, que todo no se podrá hacer, pero si lo soñamos juntos ya es importante. Puede que vuelvan a casa un par de exiliados y que haya alguna despedida en catalán.
Solo sé, que será mejor y que los molinos que nos encontremos, no serán gigantes.


miércoles, 10 de diciembre de 2014

No puedo evitar las sacudidas,
algún encontronazo de repente,
que recuerde que a pesar de esta sonrisa,
este año no fue fácil, ni hubo suerte.

Unos meses, jugué a equilibrista,
y envidaba, a por todas, a la grande,
está claro que perdí el punto de vista,
y sorprendí a más de una con disfraces.

He perdido diez kilos de coraje,
he dormido casi el verano entero,
he pasado mucho tiempo en hospitales,
y he querido alguna vez volver a enero.

Reconozco que el otoño me ha curado,
que por fin conseguí cruzar el charco,
y he jurado a toda costa que consigo,
que ya jamás habrá cosas "de paso".

Pero a veces, se descoloca el viento,
y me digo a mi misma muy despacio:
"Recordar a cosa hecha es de valientes,
no permitas que te gane un calendario"

domingo, 30 de noviembre de 2014

Ellas

Sin ellas no me habría levantado,
seguiría metida en la cama
atrapada en el verano sin dar de comer a las ganas.

Sin ellas nunca hubiera volado,
ni limpiado los armarios,
ni arrancado los olores en fechas de calendario.

Ellas,
dando igual donde estuvieran,
me curaron toda la pena que vivía de las fronteras.

Ellas,
que cortan mis ligaduras,
mis contactos de emergencia, mis faros de niebla en la duda.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Regresé,
a una casa sin tristeza
en un Madrid con hojas secas,
a soportarme en mi piel.

Regresé,
de alargar tanto el verano,
de reencontrarme su mano,
de aprenderme a conocer.

Regresé,
con las heridas cerradas,
las caricias renombradas,
y sin miedo de querer.

Regresé,
y dejo la maleta cerca,
y las ganas bien despiertas
por si me vuelvo a perder.

viernes, 7 de noviembre de 2014

En el fin del mundo

Aquí estoy, en el fin del mundo, donde tantas veces le dije que también le querría. Pensando que tengo que dejar de coger aviones cada vez que se me descosen las costuras, que el dolor cada vez me sale más caro.
Pero el hecho es que me encontré caminando, caminando cuando sentí, que algo dentro de mi se cerraba, algo que seguía roto cuando despegué hacia Santiago.
Sonreí recordando como justo al aterrizar sonó en el avión "Lucha de Gigantes", y ya no lo asocié con su voz ni sus dedos en las cuerdas. Y seguí subiendo por las rocas hasta llegar a ese lugar, donde tuve paz por primera vez en tantos meses, y pensé, que en el fin del mundo también le quería, pero ya no dolía.
Tu fin del mundo y el mío son tan diferentes, que teníamos que tomar direcciones opuestas.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Mi última catarsis

Tras hacer la visita de rigor a casa de mis padres para despedirme antes del viaje y darles un par de besos, (cotizados en casa "Cordero", que somos más de "venga, nos vemos en un par de semanas"), dejarles apuntaditos los teléfonos de los amigos de allí, prometer que siempre que el wifi me lo permita les escribiré y que en caso contrario haría una llamada perdida una vez al día, que no me enamoraría de un chileno, que soy capaz de no volver, y por supuesto, seguir omitiendo que a la Patagonia me voy sola; me dirigí a casa a hacer la maleta.
Mientras me peleaba con la gata que no paraba de meterse dentro de ella, poniéndome ojitos más propios del gato de Shrek y boicoteando mis tiempos, no paraba de ver en la esquina del salón la guitarra, la puta guitarra (y es que el tamaño de mi casa invita a verla entera casi desde cualquier ángulo).
Cabreada como un miura, la cogí, ya tenía polvo porque llevaba como dos meses sin tocarla; uno, porque cada vez que lo hacía mi frustración se acrecentaba por la arritmia musical con la que Darwin me ha dotado, y dos, porque cada vez que la sacaba de la funda, no podía dejar de pensar que la había vuelto a llevar a la casa para que él la tocara, que él si que lo hacía bien, maldita sea, que bien lo hacía. Así que con esa mala leche con la que la naturaleza si me dotó, me subí a la escalera (agradeciendo enormemente que María aún no se la hubiera llevado, porque si no, hubiera sido imposible) y la guardé en lo alto del armario, sumando esa acción a las que ya había llevado a cabo como forma de catarsis, nada fuera de lo normal, archivar (que no borrar, seamos realistas, algún día serán un bonito recuerdo) los whatsapp, mensajes, mails, tirar su esponja del baño, guardar las fotos en lo más profundo del disco duro, tener en un sitio no muy visible un mechero amarillo y la arena del Rincón, y no poner atún en las ensaladas. Quizás ésto último no tan normal, pero yo me entiendo.
Seguí haciendo la maleta, metiendo en ella su jersey azul que tanto me gusta (y que tanto abriga) y que me había regalado en algún ataque de romanticismo, a ver si facturando la tristeza, la sacaba de una vez por todas de mi casa.
Y así estoy, a escasas horas de emprender mi escapada al fin del mundo, pensando que muy probablemente se habría demorado bastante tiempo si no hubiera sido por él y su adiós adelantado. 
Así que gracias, mi viajero de eterno partir con abandono y sin retorno.

viernes, 17 de octubre de 2014

Era un amor con fecha de caducidad.
Como me gustan a mi.
Corto, intenso, con ese punto de dolor que resulta placentero.
Que se acabe y siga doliendo.
A lo mejor el problema es mío y soy yo,
la que no es capaz de guardarse las alas.

miércoles, 15 de octubre de 2014

En algún momento

En algún momento
tiraré a la basura el reproche,
dejaré de buscarte en el viento,
y sonreiré diciendo tu nombre.

En algún momento
te irás (también) de mis versos,
no tendré miedo a este invierno,
ya no imaginaré tu regreso.

En algún momento
tus huellas soltarán mi guitarra,
la lluvia no traerá tu recuerdo,
apagaré el incendio de mi cama.

En algún momento
olvidaré mi odio a los aviones.
(Seguiré empujando al tiempo
adelantando todos los relojes)

domingo, 5 de octubre de 2014

A veces me sorprenden unos días sin pensar en ti, esos en los que lleno todo el tiempo con trabajo, planes de última hora o preparando un viaje hacia el fin del mundo caminando hacia el olvido. Me río hasta llorar, me emborracho sin hacer ninguna tontería, bailo sin ese ritmo que se me negó como don sin que me importe, y hasta me he dejado besar, regresando a camas sin futuro en las que no me hace falta dormir.
Y otras, de repente y sin llamarte, te apareces, de una forma inaguantable, como el sonido de los relojes que nunca soporté, en un cuaderno donde nunca recordé escribirte, en una calle por la que he pasado mil veces y que hasta ahora, no sabía como se llamaba, en las películas que recomiendo ver, en las copas de ese bar, que sin ti, son de garrafón, en el hospital cogiéndome la mano...Y entonces, en ese momento, extraño te, como se extraña lo que se sabe que nunca más se tendrá, con ese dolor mezclado con nostalgia, despiadado, inabarcable, infinito...y que ya sé que el tiempo no cura por mucho que lo quiera empujar, viviendo con ello y sin ti, doliendo cada minuto que no conseguí ganar a una batalla que ya comenzó perdida y por la que dejaría sin firmar mil tratados de paz.

viernes, 12 de septiembre de 2014

Viajero de eterno partir,
con abandono y sin retorno,
ensombreciste Madrid
trayendo de golpe el otoño

Intenté hacértelo fácil,
cargué tu peso a mi espalda,
está claro, no fui hábil
y nunca más volvió la calma.

Para que llegue noviembre,
(que esta vez cojo yo el vuelo),
por no sentirte en el vientre
y no desordenes mi sueño.

Por el derecho al olvido,
por desterrarte a mi armario,
con los asuntos perdidos
y mi amigo imaginario.






martes, 2 de septiembre de 2014

Sólo había sido una caída, un poco preocupante para su edad, pero no grave.
Tenía un pelo blanco que su nieta adoraba y unos pequeños ojos azules casi transparentes.
Tumbada en la cama del hospital cogió la mano de su hijo mayor:
- Hijo, yo sólo quiero irme con tu padre. Trece años son demasiados sin él.
Y se marchó.
Yo no sé si eso es morirse de amor, pero al menos, se le parece.

domingo, 31 de agosto de 2014

He buscado un tipo tan diferente
que el espejo me negara tu presencia,
de repente, sin quererlo y en un segundo,
tus sabores aparecen por su lengua.

Me he aguantado las ganas de nombrarte,
me he dormido sin pensarlo entre sus brazos,
y de día, quizá tarde, he comprendido,
que he besado con dolor y no con labios.

Te prohíbo que te metas en mi cama,
cuando busco que me arranquen los olores
de tu huida y de tu miedo a los reproches.

viernes, 1 de agosto de 2014

Me gustan los encuentros insensatos
recordando el sabor de aquellos meses,
cuando las horas duraban un rato
creyéndonos a veces superhéroes.

Arrancando la tristeza de un mordisco,
esperando sin temor esa distancia,
haciéndonos cosquillas como niños,
y empatando de una vez esta batalla.

Hablando de nuevo, como antes
de que la vida nos doliera y enseñase
que quizá nuestro cruce de caminos,
fue tan "sólo" otra parte del viaje

Buscando tu mano mi ombligo,
y bailando muy lento en la ducha
al ritmo de Madrid y su ruido.

lunes, 28 de julio de 2014

Se vende alma al diablo,
algo rota por los bordes,
desgastada en el empeño
de vivir en lo imposible.

De regalo le acompaña
eternas noches despierta,
y una esperanza cansada
abrazada a la tristeza.

A cambio pido una tregua,
una armadura en el pecho,
una risa improvisada
y un domingo sin recuerdos.

lunes, 14 de julio de 2014



Ya sé que no puedo volver al último mundial,
ni a aquel reservado en Sevilla,
ni a las noches robando besos y lumbre,
amaneciendo con un baño en el océano.

Ya sé que el final de Lost fue una mierda,
pero repetiría esa decepción en la misma cama,
y volvería a los mismos bares que mecían mi insomnio
aunque los martes no fueran días para tener resaca.

Ya sé que no siempre se cumplen años
recibiendo un si a seis meses entre canales,
y que “The Killers”, fue la banda sonora
de un microrrelato, no de una historia con final feliz.

Ya sé que la Mala Vida sólo es un rincón de la Latina,
donde celebrábamos cualquier cosa,
que el Tunel ahora suena a jazz y que al Verde,
ya sólo le queda su nombre y no suenan guitarras en verano.

Y ya, ya lo sé, que no se puede vivir en el pasado,
que te crece el dolor de lo que extrañas,
 pero este presente no me vale, que está lleno de miedo
y el futuro se llama incertidumbre.

domingo, 29 de junio de 2014

Mi mejor amigo

Es una de esas personas a las que se le hace un hueco rápido, que parece que siempre ha estado ahí y que no entiendes que llenaba su espacio antes de que apareciera. Es tierno y te hace reír como nadie y llena las habitaciones de calma aunque yo sea un torbellino de emociones, a veces insoportable, caprichosa e insegura. Perdona incluso cuando sería entendible que no lo hiciera. Se pone triste y no pide ayuda para no cargar a los demás, pero te coge cuando tu lloras tan fuerte que te llena de vida. Persigue sus sueños, y sin saberlo me anima a perseguir los míos con menos miedo. Es brillante, su mente guarda cosas que es capaz de convertir en historias, en un haiku improvisado, en una canción, en la caricia perfecta.
Se inventa palabras sin sentido y a veces se convierte en súper héroe. Tiene una puntería extraordinaria con la mano izquierda y es campeón en lanzamiento de mecheros a la frente. Sostiene la cámara como si fuera parte de él y crea belleza por donde pasa. Cambia los pies por patines para ir más deprisa y no perderse nada. Cuida sin dejarse cuidar y yo a veces no sé cuidarlo como se merece y le reprocho que se vaya a olvidar de mi sin ninguna razón.
Es mi mejor amigo, un compañero al que me llevaría a cualquier aventura, un genio de la lámpara, un mechero  amarillo, un artista, un alma llena de todo, el gato negro de cualquier bruja. Y a veces no lo sabe y a veces no se lo hago ver, pero yo tengo la suerte de que esté en mi vida y a partir de ahora le ayudaré a quitarse peso de esa mochila que siempre lleva tan cargada.

lunes, 23 de junio de 2014

A veces la mejor forma de seguir adelante es darle la vuelta al reloj. Volver a ver amaneceres con alguna copa de más después de una noche en la que al final te duelen los pies de bailar. Encontrarte viejos amigos y abrazarte como si no hubiera pasado el tiempo. Que un chico te diga que si te acompaña a casa, aunque tu le digas que no, que prefieres volver sola. Que en tu lista de prioridades aparezca de nuevo ese viaje soñado y que más que nunca sepas que debes hacerlo ahora y cruces los dedos para que nada te lo impida.
A veces la mejor forma de seguir adelante es ir un poco atrás, re-andar un poco el camino y fijarse en los desvíos que habías dejado pasar o esperar a los que había después del que tomaste aquella vez y nunca pudiste ver. Comprender que si el mundo es redondo es porque todos los finales se pueden convertir en principios de algo.
Y coger fuerzas, porque cuando acabe, te ocuparás de todo, hasta de lo imposible.

lunes, 9 de junio de 2014

Me estoy acostumbrando a tu ausencia
y al silencio de mi casa
y a pesar de ser pequeña,
duermo cruzada en la cama.

Lo peor son las mañanas,
cuando despierto y recuerdo
que estos meses a tu lado
se han convertido en un cuento.

A veces pareces mentira,
como si no hubieras pasado
como si en mi cuerpo, ahora frágil,
no hubieran vivido tus manos.

(Pero entonces viene tu olor
y el sonido de tu risa,
y esas tardes al principio
cuando no teníamos prisa)

Pronto volverá la vida
que tenía antes de tu sombra,
y dejaré que los kilómetros
se lleven esta derrota.

lunes, 2 de junio de 2014

Pandora me lame las mejillas saladas y con un cuidado que no es habitual en ella, estira la pata (y sin querer, al escribirlo, me sale una carcajada tonta por lo de estirar la pata...), para animarme a jugar. No tiene respuesta y se acurruca junto a mi y una manta que quizá ya sobre, pero que se lleva de a poquito los escalofríos de un adiós adelantado.
El móvil, lleno de mensajes de mi gente bonita, personal de rescate de primera, está apagado para que me sea más difícil hacer una llamada, y mi jefa, que parece que me conoce mejor de lo que pensaba, me manda a dar un paseo, y me recalca que si hoy me quiero ir a casa, que lo haga, pero yo no quiero estar allí, aunque a la vez sólo quiero zambullirme en el sofá que por ley, se ha vuelto todo lo que me abraza.

Y agradezco el revuelo Real y una convocatoria en Sol el día que llevo puestos los pantalones morados, y me distraigo en el sueño de una tercera, repitiéndome cada rato, que como todo, pasará.

viernes, 23 de mayo de 2014

No sé que pasa que es irte,
y el invierno se me viene encima.
Como si la lluvia hiciera un simulacro
del otoño que no quiero que llegue.
Que esta distancia,
a la que le falta un cero y diez horas de vuelo,
me adelanta esos silencios del móvil
y una almohada vacía.
Que me quiere acostumbrar,
a echar de menos tus manos
y a la guitarra calmando mi casa.
Que la nostalgia me tiene en su agenda
como contacto de emergencia,
que no quiero,
pero me tiemblan las piernas,
y hoy la sonrisa me falla.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Mira a las pobres princesas,
que se creyeron el cuento
de un gran reino soleado
y ranas que dejan de serlo.

Y a los príncipes azules,
desteñidos por el tiempo
sin cabalgar a batallas,
ni quitar encantamientos.

Esos ilusos, pensaban,
que las brujas eran feas
y siempre se les ganaba,
que a los dragones más grandes
se les vencía con la espada.

Ni perdices, ni felices,
ni castillos encantados,
ni música que acaba el libro
para seguir hechizados.

lunes, 21 de abril de 2014

Madrid le ha dado una bofetada a la primavera, recordando que ella manda y que elige cuando y como sale el sol. Se ríe de los ilusos que habían guardado sus abrigos y planeado tardes eternas en Debod. Es una madre estricta, una novia que raciona su cariño para pensar que no te quiere, pero atarte cuando quieres huir. 
Te acaricia cuando le place y cuando más dudas de ella. Cruel bajo los túneles de la M-30 y amante en las terrazas de Argumosa. 
Se ampara en ese vicio que recrean sus esquinas, que te mantienen alerta porque siempre puede aparecer algo nuevo. 
Te recuerda que tras los días santos vienen días para no creer, y te aleja el verano alargando la agonía de no saber si quieres que llegue.
Te castiga con lluvia porque por primera vez, no te has alegrado de volver, y saber que cruzando la calle puedes fundirte en el Guernica, ya no es suficiente. 

viernes, 11 de abril de 2014

La vida te pone a prueba,
te disfraza de inquietudes,
en errores que conviertes
en olvido cuando duele.

A veces te parte en pedazos
y te desgarra en jirones,
creyendo que lo que tocas
lo destrozas y lo rompes.

Otras, te acuna en su pecho,
en los brazos de tu madre,
en la bici que de niña
te llevaba a cualquier parte.

Te regala sus caricias
envueltas en besos eternos,
e intentas con todas tus fuerzas
probar a parar el tiempo.

Y piensas en tus amigas
y en los hijos de tu hermana,
y sabes que puedes con todo
aunque un día lo dudaras.

viernes, 21 de marzo de 2014

De los sueños incompletos,
de los miedos que nos paran,
de pensar que las heridas
no se cierran, sólo sangran.

De aplazar lo inaplazable,
de tragarse algunos besos,
de olvidarse las maletas
en un rincón del trastero.

De no apagar el teléfono,
de correr si no hace falta,
de creer que sólo hay un metro
que nos lleve a nuestra casa.

De llorar con adelanto,
la siguiente despedida,
no disfrutando la calma
de tener cerca su risa.

Hacemos sombras de vida
queriendo vivir corriendo,
me bajo de esta locura
que ya me perdí el invierno.

sábado, 8 de marzo de 2014

Llovía. Llovía porque tenía que ser así, porque en las películas, las grandes historias comienzan bajo la lluvia. Porque mirarse de esa forma es más bonito con el pelo mojado, y abrazarse con la ropa pegada al cuerpo, hizo que ese beso siguiera dejando rastro a pesar de los meses que han pasado.
Llovía, porque no había prisa por abrir el portal, y llovía porque es bonito hacer el amor, (y recordar lo que es hacer el amor), por primera vez con alguien mientras escuchas las gotas en el tejado. Llovía porque nunca olvidas algo que empieza así, porque no había intenciones antes de que saliéramos del bar y corriéramos para resguardarnos. Llovía porque nos merecíamos que lloviera, y había que adelantar un otoño separados entre abrazos para empezar el invierno con más ganas. Llovía porque quisimos que lloviera.

Y la verdad es que no llovía, pero me gusta que lo recuerdes así.

lunes, 17 de febrero de 2014

Toca despedirme, y eso que alguien me dijo una vez, que las casas, son sólo casas, pero es que los recuerdos que tienes dentro de tus paredes, son muchos. Y es que eres mi casa, la de Almu, la de Javi y la de todos los que han dormido en ese sofá cama y escrito algo en la pared de la cocina.
No sé cuantas personas se han golpeado en tu techo abuhardillado y en las vigas de los cuartos, ni cuantas mañanas he desayunado de pie, con el café caliente en la mano, mirando los tejados de Madrid.
Las fiestas improvisadas y las que no, donde algunos se dieron besos a escondidas en la cocina y otros maquinaban una salida al tejado.
Tengo la imagen de David poniendo la estantería roja y la barra del armario, la de Lunita diciéndome a las 12 de la noche "Que no Anabel, que hasta que no termine de montarte esta mesa no me voy", a Basi subiendo los 5 pisos con la alfombra y Paco montándome los estores (benditos estores que me permitieron volver a dormir).
Recuerdo la primera vez que las niñas herrera subieron a casa asfixiadas (os advertí que era un quinto sin ascensor!) y las visitas de sorpresa, porque "pasaba por aquí".
A Goyo y Almu cocinando para Jorge y para mi.
Las peleas con la maldita fontanería del baño y el frío que hace siempre, pero que acabas queriendo metida entre mantas. Aquella mini plaga que erradicó Javi aprovechando que me iba de fin de semana y Pandora saltando por las vigas.
Las innumerables botellas de vino, cerveza y ron en buena compañía, a Neni y Cris diciendo "jo, yo quiero vivir aquí" y al equipo de Mediasi trabajando duramente...
El sonido de la lluvia en el tejado que tanta paz me daba y las noches sin dormir en verano, en las que o aguantabas el ruido, o te bajabas tú también de fiesta.
La alegría infinita cuando por fin pusieron ascensor y la indignación cada vez que no funcionaba.
Tener 4 lineas de metro que poder coger y aun así, caminar la mayoría de las veces.
Elegir por Espíritu Santo entre tantos sitios donde poder comprar comida preparada y tardar 5 minutos en volver a casa después de salir de fiesta.
Las llamadas al telefonillo a las 5 de la madrugada. El mirador de Conde Duque y el café de La Palma.
Las últimas semanas en casa sonando la guitarra y haciendo mucho menos frío.

La buhardilla, Malasaña, hasta siempre, hasta pronto.

martes, 21 de enero de 2014

Me quedo viviendo en el segundo
en que tus ojos se cruzaron con los míos,
encuentro en un rincón de aquel desvío,
una parada a tientas, y una noche,
el azar de tomar otro camino.

El viaje de vuelta imaginando,
si podría retarte a cuerpo en un duelo,
el lugar de la batalla, mi cuarto,
y dejando nuestras armas en el suelo.

La victoria, la dejamos en empate,
las heridas, en caricias y mordiscos, 
la derrota, la olvidamos un momento,
y el reparto de ganancias que la hagan,
las señales de tu pelo por mis dedos.

domingo, 12 de enero de 2014

Se están revolviendo las dudas
y las palabras de otros,
y en la simpleza del aire
se respiran aún mis rotos.

Pero están los brazos tan solos
cuando no rodean los tuyos,
que pienso que vale la pena
estos meses en tu arrullo.

Y dejo de contar los días,
para que marches tan lejos,
dejo sentirme muy viva,
dejo que crezca lo nuestro

Y creo que todo vale
si es con rumbo a tu cintura,
donde me salto las normas,
donde pierdo la cordura.

miércoles, 8 de enero de 2014

Se come los besos,
no dice te quiero,
y no deja que nadie
duerma en su pecho.
Hace las maletas
por cada hechicera,
que intenta volverlo,
loco de nuevo.
Cuando alguien le toca,
cierra los ojos,
y siente por dentro
que le parece poco.
No escucha palabras,
se siente cansado,
se come los llantos,
y habla con las manos.
Le reza a la luna,
duerme sin abrazos,
y se bebe a poquito,
el sabor de ese rato
que tuvo sus labios.