miércoles, 7 de mayo de 2014

Mira a las pobres princesas,
que se creyeron el cuento
de un gran reino soleado
y ranas que dejan de serlo.

Y a los príncipes azules,
desteñidos por el tiempo
sin cabalgar a batallas,
ni quitar encantamientos.

Esos ilusos, pensaban,
que las brujas eran feas
y siempre se les ganaba,
que a los dragones más grandes
se les vencía con la espada.

Ni perdices, ni felices,
ni castillos encantados,
ni música que acaba el libro
para seguir hechizados.

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